segunda-feira, 25 de janeiro de 2010

OPINIÃO > Miguel Ángel Santos Guerra: «¡Hola!, mintió él»

Esta ingeniosa expresión de Robert Maxwell me sirve para abrir algunas reflexiones sobre las trampas del lenguaje y sobre la falsedad que se esconde detrás de las palabras. ¿Cuántas veces hemos dicho “buenos días” a quien, en realidad deseamos un día de perros o sobre quien arrojamos la más displicente indiferencia? ¿No hemos dicho alguna vez “enhorabuena por el éxito” a una persona que consideramos claramente incompetente? ¿Por qué decimos “feliz cumpleaños” a quien no nos importa siquiera que los cumpla, no ya que los celebre con felicidad?

En los pasados días de Navidad hemos llenado llenamos la atmósfera de expresiones que transmiten buenos deseos. Me parece estupendo, por cierto. Ya decimos demasiadas veces cosas desagradable de y a los demás. Pero, ¿son siempre sinceras o son meramente protocolarias? ¿Están algunas veces envenenadas por los verdaderos sentimientos? ¡Ay, Señor, si el corazón y la cabeza fuesen transparentes y se puede ver desde fuera lo que se está pensando y sintiendo cuando se dicen palabras hermosas!

El lenguaje es como una escalera por la que subimos a la comprensión y a la liberación pero por la que bajamos a la confusión y a la dominación. El problema no radica en que no nos entendamos sino en creer que nos entendemos. El problema está en pensar que las palabras son inequívocas y que podemos utilizarlas sin maldad.

Tiene esta cuestión, a mi juicio, tres dimensiones que se complementan. Una se sitúa en la naturaleza misma del lenguaje. Otra en su utilización torticera. La primera cuestión es de orden técnico, la segunda de naturaleza psicológica. Podríamos abrir un tercer aspecto que mezcla los dos anteriores. Me refiero a la utilización que se hace del lenguaje de forma bienintencionada pero torpe.

Dentro de la primera dimensión nos preguntamos: por el verdadero significado de las palabras. ¿Tienen una semántica indiscutible? ¿Son inocentes esas acepciones? Las palabras pueden tener múltiples significados. Y, además, cada persona tiene un código semántico que aplica desde su peculiar contexto, formación e idiosincrasia.

(+)

El Adarve

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