Un profesor de Secundaria me ha escrito una carta que está cargada de angustia y decepción. Dice que llegó al Instituto con toda la ilusión del mundo y que se ha encontrado en él con una trampa mortal. Confiesa que accedió a la profesión con gran entusiasmo y que se ha pegado un batacazo del que sospecha que no se va a poder recuperar nunca. Es muy triste levantarse cada mañana y dirigirse al Instituto a sabiendas de que allí te esperan los compañeros dispuestos a hacerte la vida imposible. Me cuesta y me duele decir que existe acoso laboral en algunos centros escolares. ¿Cómo se puede educar en ellos para la convivencia? Si quiere esforzarse, me cuenta el profesor, le dicen que es un tarado, que desea sobresalir, que es un joven iluso, que no sabe de qué van las cosas y que todo lo que pretende hacer ya se ha intentado antes sin éxito alguno. Le hacen daño las risitas, las bromas mordaces, el aislamiento, el desprecio y la persecución. Algunas veces hasta se pregunta si es que no se ha equivocado al elegir esta tarea.
(Continua…)
Fonte: El Adarve
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